El Club de Lectura sobre las Novelas de Pepe Carvalho es un taller de Kosmopolis, dirigido por el poeta, periodista y escritor David Castillo, que ha convocado desde el miércoles en el Raval las pasiones, amores, fetiches, poemas, novelas, coplas y anécdotas que compartió con sus lectores el añorado Manolo Vázquez Montalbán.
Las sesiones, que han contado con la presencia de su compañera, la historiadora Anna Sallés, y su hijo, el novelista Daniel Vázquez Sallés, se cierran hoy, a las siete de la tarde, con su amigo Joan de Sagarra, que hará un repaso por la ingente obra periodística de MVM.
El club ha trazado un recorrido por todas las apariciones de Pepe Carvalho -según David Castillo, "el álter ego cínico de Manolo, que sería sarcástico pero nunca se permitía caer en el cinismo"-, desde que el detective gourmet era un treintañero, Tatuaje o Yo maté a Kennedy, hasta que desapareció, ya sesentón y cansado, en la póstuma y asiática Milenio.
Entre los muchos recuerdos y curiosidades que enriquecen la leyenda de esta larga y "falsa serie" de novelas, según la llamó Montalbán, está su mismo principio, dice Castillo: "Tatuaje, el primer Carvalho, surgió de una apuesta nocturna entre Manolo y sus amigos editores José Batlló y Frederic Pagès, que le retaron a terminar una novela policiaca en 15 días. Manolo se encerró con un gato moribundo y en 15 días la terminó". Anna Sallés recordó que Montalbán solía decir: "La acabé en 15 días y se nota mucho que la acabé en 15 días".
Quedan además diversas recetas de platos montalbanianos; decenas de viajes vividos y contados; las letras del cancionero popular, coplas, tangos y boleros que más le conmovieron, la paliza física y psíquica que le costó escribir La autobiografía del general Franco, algunos poemas sabios y oscuros (incluido el que anticipó su lejana muerte en Bangkok), y anécdotas de todo tipo, como esa que según Castillo acredita la legendaria capacidad de Manolo Vázquez para escribir a toda potencia y velocidad: "Decía que en el tiempo que se hacía una paella él era capaz de escribir tres artículos".
Castillo lo cuenta entre la felicidad de recordar al amigo que se fue y el enfado por la muy escasa asistencia de público a las sesiones. "Es una incompetencia y una falta de respeto que hayan programado los homenajes a la misma hora que las estrellas literarias. Ya sabemos que Barcelona es una ciudad de vacaciones y que la presencia de artistas locales es marginal, pero una cosa es ser cosmopolita, y otra es ser cosmopelota". Enterado de la queja, Josep Ramoneda, director del CCCB, responde que "un taller es lo que es, y si asisten quince personas está bastante bien".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de septiembre de 2004