De los discursos del orador griego Iseo a Los subterráneos, la legendaria crónica de la generación beat escrita por Kerouac. La Feria del Libro de Ocasión Antiguo y Moderno, organizada por el Gremi de Llibreters de Vell de Catalunya, abrió ayer sus puertas en el paseo de Gràcia de Barcelona.
Hasta el próximo 3 de octubre, los libreros ponen a la venta en una cincuentena de puestos más de 150.000 títulos, que incluyen una larga lista de obras descatalogadas y rarezas bibliográficas para coleccionistas. La feria, que ya va por su 53ª edición, ofrece sobre todo libros de segunda mano.
El escritor Ramon Folch i Camarasa y el periodista Josep Maria Cadena -que se encargó, además, de la lectura del pregón- fueron homenajeados en el acto inaugural de la cita literaria. "Los libreros de viejo hicieron oídos sordos a las prohibiciones que pretendían acabar con la literatura escrita en catalán", dijo Cadena. "Hay gente que sólo cree en los libros de 48 páginas, como barajas de cartas, o de 40 páginas, que son en realidad paquetes de papel de liar para fumarse ciertas hierbas", lamentó el pregonero de la convocatoria, quien remató sus palabras con un toque retro de fabulista: "Vet aquí un gos, vet aquí un gat, el pregó s'acabat".
A la inauguración asistió la consejera de Cultura de la Generalitat, Caterina Mieras, que aseguró que el apoyo a la edición en catalán es una de las estrategias fundamentales de la política cultural del tripartito.
Con motivo de la feria literaria, se ha instalado una pequeña exposición -frente al monumento a los libros de Joan Brossa- dedicada a las revistas catalanas publicadas entre los años 1841 y 1939. La exhibición recoge materiales dispares, que van desde los boletines de asociaciones de excursionismo a publicaciones a todo color sobre el mundo del arte. Así, en sus estantes pueden verse ejemplares de cabeceras como la satírica L'Esquella de la Torratxa, la preciosista Pèl i Ploma y la cándida La Nuri, revista dirigida a las niñas.
Tempranamente, los curiosos empezaron a acudir a los puestos. La mayoría de ellos buscaban novelas que habían leído mucho tiempo atrás y que no encontraban en los catálogos de las librerías. También había estudiantes a la caza de títulos de lectura obligatoria a precios económicos. Otros aprovechaban la oportunidad para hacer negocio. "¿Compran libros viejos?", preguntaba una visitante. "Depende de la antigüedad y del interés", le respondió un librero.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de septiembre de 2004