Leo con cierto estupor que se oponen a una planta de generación eléctrica con gas como combustible. Lejos de mi ánimo defender la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, pero, en el caso que nos ocupa, hay que decir, como Jesucristo, que el que esté libre de pecado, tire la primera piedra. Para oponerse a la emisión, sin pecado, ¿es que acaso ningún vecino de Morata tiene automóvil?, ¿es que acaso ninguno tiene calefacción?, y profundizando: ¿tiene alguno calefacción central colectiva o es individual? Si tienen automóviles, si tienen calefacción individual o, peor, utilizan chimeneas hogar no están libres de pecado y no pueden quejarse: están colaborando activamente al ensuciamiento de la atmósfera tanto o, incluso, proporcionalmente, más que la central que se pretende implantar.
Además, he leído que esa central será de ciclo combinado. No sé muy bien lo que significa eso escrito en un periódico generalista, pero pienso que puede ser de producción de calor y electricidad simultáneamente, y si es así, más que quejarse deberían dar albricias y apresurarse a implantar en el núcleo urbano una red de distribución de calor a la que sea obligatorio engancharse para la calefacción y la producción de agua caliente sanitaria.
Harán mucho más por la limpieza de la atmósfera que oponiéndose a la construcción de la central. Y además, convenientemente organizados, puede salirles la calefacción mucho más barata que hasta ahora. Incluso, podrían tener refrigeración en verano a precio mucho más asequible que los acondicionadores de ventana que algunos tendrán. Como especialista en redes urbanas y especialmente en las de calor, me parece una ocasión pintiparada para dar ejemplo de ciudad que sigue las pautas de sostenibilidad que quiere implantar la Unión Europea respecto, precisamente, a las emisiones de dióxido de carbono.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de septiembre de 2004