Escribo este documento sin ánimo de alarmar a nadie ni porque, como docente, sienta un cierto victimismo, sino porque se acaba de conocer un informe de la Unión Europea donde se confirma que un 4% de los trabajadores docentes padece violencia física en el trabajo.
Según recientes estudios hechos públicos por Aquí Europa, el 4% de los trabajadores del sector de la enseñanza ha sufrido alguna agresión física, y el 12%, algún tipo de intimidación, con la consiguiente repercusión sobre la rotación de personal y el absentismo laboral. En el informe se habla de agresiones, no del estrés que esta profesión conlleva y sobre el que los datos son muy superiores a los que aporta el informe laboral.
Las tres nuevas hojas informativas publicadas por la agencia aconsejan de forma clara y sencilla algunos modos de mitigar riesgos ligados a alumnos y padres ofensivos.
Es por eso que, "basándose en el incremento de nuevos problemas, como ilustran los dramáticos acontecimientos vivi-dos en Europa y Estados Unidos, la agencia ha considerado que el sector de la enseñanza es prioritario en sus actuaciones a favor de la seguridad y la salud', afirma literalmente el documento. La agencia confía en que las recomendaciones contribuyan a sensibilizar sobre los serios problemas psicosociales o de otra índole en el sector, y enseñen a enfrentarse a ellos de forma eficiente. Pienso que es conveniente que tanto padres como profesores y la sociedad en general reflexionemos sobre esta preocupación europea. Hay que recordar que de la buena salud, física, mental e intelectual, de nuestros docentes depende la formación de los futuros dirigentes de nuestra sociedad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 20 de septiembre de 2004