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Necrológica:

Paco Cansino, periodista

Era el periodista que cerraba y abría el periódico. Como aquellos periodistas de antes que corregían en el plomo, a pie de linotipia, este hombre siempre tuvo, donde quiera que desarrollara la profesión que era su vida, el periódico en la cabeza. Y esa hermosa vocación que le acompañó siempre dentro y fuera de las redacciones la ejerció hasta el último momento, también en la víspera de su muerte inesperada, descubierta en la mañana de ayer. La consternación que la noticia ha producido en Canarias, donde ejerció siempre (nació por casualidad en Luarca, Asturias, pasó la niñez en Orense, estudió en Madrid), es consecuencia a partes iguales de su gran pasión periodística, que desarrolló con eficacia, brillantez y honestidad, y de su carácter personal, afable y paciente, con sus compañeros y con la realidad para la que trabajaba. Su primer empleo como periodista, cuando decidió dejar los estudios, fue en un histórico del periodismo insular, La Tarde, de Tenerife, al lado de uno de sus maestros, Alfonso García-Ramos. Después, desde 1982, fue redactor de La Provincia, de Las Palmas, del Grupo Prensa Ibérica, donde era redactor jefe en 1993, cuando fue llamado por el presidente canario, Manuel Hermoso, para ser su asesor en asuntos de Comunicación. Abandonó esa misión en 1999, para ser subdirector de La Opinión de Tenerife desde su fundación hasta la víspera de que el periódico, también de Prensa Ibérica, cumpliera ahora su quinto aniversario. Escribió numerosas columnas sobre la política y sobre la vida, y también un libro sobre los periodistas canarios que conoció. Eran sus amigos; y él era con todas las consecuencias un cultivador exquisito de la amistad en una profesión en la que jamás llegó a rozar ni de lejos el cinismo que tanto nos acecha. Su trabajo y esa bondad fueron las armas con las que caminó por la vida hasta que ésta le fue tan terriblemente esquiva.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de septiembre de 2004