Alicia en el país de las maravillas pasada por el flamenco. Un paso muy sui géneris, puesto que todo lo que se nos ofrece lleva en sí dosis de levedad suficiente para generar un paso volandero por todo el acontecer de la obra. Hay mucho baile flamenco, casi todo lo es, pero se mantiene en un machacón ir y venir de los cinco personajes que integran el núcleo de la obra. Es un baile esperpéntico, unas veces más que otras, pero siempre desde el prisma de un eficaz sentido del humor. En este sentido la obra funciona de manera eficaz, con marcha y estampa.
Hay dos o tres episodios que rompen en cierta manera la dinámica de la obra, y que dan lugar a escenas en que el humor sube de punto. Uno es el de las velas en que Juan Valencia canta una toná, la cual pese a todo le sale de maravilla. Otro es el del fumador de no sé qué, que rompe todos los esquemas. Son páginas que en cierto modo nos sorprenden, por inesperadas, pero que tienen una carga de humor real. Porque lo que en verdad nos cautiva de Alicia es su capacidad de adaptación a cualquier situación.
Alicia
Compañía Los Ulen, con María Toledo.Teatro Lope de Vega. Sevilla, 19 de septiembre.
Por lo demás, el grupo de bailarines es idóneo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 21 de septiembre de 2004