El poeta, narrador y ensayista José Fernández de la Sota (Bilbao, 1961) mantiene una personal vinculación literaria con Andalucía. Fernández de la Sota acaba de ganar el Premio de Relatos Cortes de Cádiz con Suerte de perro y otras historias. El premio está dotado con 9.000 euros y la publicación de la obra en la colección Calembé. En Cádiz, además, tiene una deuda personal con uno de sus escritores universales: "Carlos Edmundo de Ory es uno de mis maestros", insiste.
Pregunta. Ha dicho que no recordaba haberse presentado al Cortes de Cádiz. ¿Mala memoria o indiferencia por los premios?
Respuesta. Ni una cosa ni otra. No tengo una costumbre definida de mandar mis escritos a concursos literarios, porque escribo muy lento y repaso continuamente mis textos. Con este libro llevaba seis años, comenzó con más de 300 páginas y ahora tiene unas 140. Hasta que llega un momento en que ya no puedo mejorarlo; y entonces lo que hago es presentarme a un concurso porque publicar relatos en España es muy complicado, pero no lo he escrito pensando en el premio. Luego, por distintas circunstancias personales que me han sucedido desde que lo presenté, pues se me había olvidado. Así que fíjese la sorpresa cuando me llamaron para decirme que lo había ganado.
P. Usted siempre ha escrito relatos, con lo difícil que es dedicarse al cuento en España.
R. Sí, incluso había presentado este libro a una editorial prestigiosa, que me dijo, y esto es cierto: "Está muy bien, pero el relato no se vende; si nos escribes una novela de unas 200 páginas, te la publicamos sin problemas". La literatura se está convirtiendo en un comercio total; hoy se escribe con plantilla y por encargo. Por ejemplo, en el País Vasco, tenemos un maestro en el relato, Pedro Ugarte, pero se le conoce por sus novelas.
P. ¿Los 10 relatos de Suerte de perro tienen un hilo conductor?
R. Todos ellos muestran maneras de perder. Son personajes que están en momentos fronterizos, que rondan los 40, y contemplan, como decía Gil de Biedma, "el argumento de la obra". Entonces ven que son lo que son, pero sobre todo son lo que les falta. Y esto puede ser muy doloroso. Cuando superas esta sensación desasosegante ya puedes vivir tranquilo.
P. El premio llega cuando el Ayuntamiento de Bilbao le ha quitado injustamente de su puesto de coordinador del suplemento cultural del periódico municipal; una acción denostada por los intelectuales de la ciudad, que se han solidarizado con usted.
R. Sí, el premio es un acto de justicia poética. Ahora me puedo olvidar de ese agravio, y de todo lo que tiene que ver con cuestiones políticas y administrativas que siempre que se relacionan con la cultura lo enturbian todo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de septiembre de 2004