En tiempos de globalización, a los postulados de libertad, igualdad y fraternidad debe sumarse el derecho de los individuos a disfrutar de un sistema democrático. Ésta es una de las conclusiones del diálogo sobre derechos emergentes, clausurado ayer. Y para que la propuesta no caiga en saco roto, las asociaciones y ONG que han participado en el encuentro anunciaron la puesta en marcha de la Internacional de derechos humanos.
Se trata de un red de trabajo e intercambio de información para velar por la difusión y el cumplimiento de los derechos humanos en el mundo y para ampliar la Carta de Derechos Emergentes, cuyo redactado fundacional fue presentado ayer. No obstante, Jaume Saura, presidente del Instituto de Derechos Humanos de Cataluña, explicó ayer que esta nueva Carta Internacional, que refleja una cincuentena de derechos emergentes para el nuevo milenio, "no tiene la intención de sustituir a la Declaración Universal de Derechos Humanos" aprobada en 1948. "La Carta es una propuesta que debatir y ampliar, y que también se presentará en el Foro Mundial de Porto Alegre de 2005", subrayó Saura, para quien, este documento "acabará siendo una herramienta de reivindicación de la sociedad civil ante los gobiernos y la la comunidad internacional".
Las asociaciones señalaron también que "una reforma de la ONU que establezca la obligatoriedad del cumplimiento de los tratados sobre derechos humanos", así como "la jurisdicción obligatoria del Tribunal Penal Internacional y de la Corte Internacional de Justicia sobre todos los individuos de la comunidad internacional".
Juan Enrique Vega, representante del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, advirtió que "el enemigo principal de los derechos humanos es el escepticismo y el fatalismo", ya que la ausencia de esperanza "es una de las grandes fuentes de dominación de la historia de la humanidad".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de septiembre de 2004