Empiezan a oírse voces en contra de las monedas de uno y dos céntimos de euro. En algunos países ya las han suprimido y me temo que aquí corremos el riesgo de caer en la misma trampa. Si se llegan a suprimir esas moneditas, es fácil prever que los precios se redondearán (¡cómo no!) siempre al alza. Pongamos por caso 3,2: nos cobrarán 3,5. Eso no es nada, claro, pero todo es cuestión de ir sumando el precio de cualquier artículo de adquisición cotidiana y verán lo que pasa a final de mes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de septiembre de 2004