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Reportaje:

El Depor se tumba en el diván

El equipo de Irureta, el más goleado, tiene los peores registros desde 1991

Irritabilidad, cansancio injustificado, dificultades de concentración, tristeza, pensamientos negativos... Más que futbolísticos, los defectos del Deportivo parecen relacionados con la depresión, expuestos bajo la lupa del 1-5 con que el Valencia le castigó el miércoles en Riazor. La derrota ha puesto al equipo de Irureta en sus peores registros desde 1991, el posterior al último ascenso, cuando salvó la categoría en una agónica promoción. Entrenador y futbolistas se aprestan a tumbarse en el diván para encontrar los motivos de tan desastroso inicio de temporada, con un equipo casi idéntico al que el pasado curso aguantó el tipo hasta las semifinales de la Liga de Campeones.

La irratibilidad se palpa en peleas como la de Luque y Pandiani o en el encontronazo del miércoles entre Irureta y César, cuando el central fue sustituido. La fatiga parece impropia de un equipo que acaba de arrancar el campeonato, por más que los años se le acumulen sin atisbar un recambio generacional. La dispersión mental queda reflejada en los errores que precedieron la mayoría de los goles del Valencia, y la melancolía estaba grapada en la cara de los futbolistas en el entremanineto de ayer. De los pensamientos negativos da fe la reflexión de Munitis tras el chorreo valencianista: "Si no ganamos el sábado al Betis, esto puede ser una hecatombe".

La consistencia defensiva del Depor, uno de sus rasgos definitorios durante sus años glosiosos, se ha desvanecido en este inicio de temporada, en el que ha encajado diez goles en cuatro partidos, ocho de ellos en el antaño inexpugnable Riazor. Nada que ver con el equipo que empezó el curso pasado con cuatro victorias consecutivas, y que sólo encajó quince goles en su estadio en diecinueve partidos. Nada que ver excepto la plantilla, tirando a veterana y que no ha experimentado este verano la más mínima renovación. Rubén y Momo, llegados del Las Palmas, le dieron frescura al grupo en la pretemporada, pero acabaron cedidos en el Albacete. También se fueron Naybet (Tottenham) por una cantidad poco relevante y Djalminha con la carta de libertad, y la baja por lesión del veterano Mauro Silva, cumplidos ya los 36, provoca en el colectivo los deperfectos propios de un equipo desequilibrado.

De las consecuencias que los malos resultados comienzan a provocar en el grupo habló ayer el portero Molina: "De tanto decir que somos malos, al final nos lo vamos a creer", reflexionaba con aire taciturno. Advertía también de que algunos jugadores "mentalmente no son tan fuertes" como otros, y por lo tanto "les puede afectar un inicio así". Pero el guardameta descarta que el equipo defienda peor que otras temporadas: "Llevamos muchos goles en contra, pero tampoco nos han hecho tantas ocasiones". El central Andrade, en cambio, admitía los errores defensivos, pero extendía la responsabilidad: "Defender es tarea de todos, hay que hacerlo como un bloque, y ante el Valencia no lo hicimos". Para hacer frente a la depresión, Irureta hizo ayer terapia de grupo, con una larga reunión en el vestuario.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de septiembre de 2004