Caminos de García Lorca y de alguno más, entre ellos el San Juan de la Cruz de Morente. En un escenario recargadísimo de plantas, los personajes van brindando sus bailes y decires, sus ocurrencias más o menos chistosas. El personaje de Albayzín, que aparece y desaparece haciendo un poco de relator, pero que no acaba de encontrar la norma.
Aquí los episodios se suceden sin solución de continuidad. El cuerpo de baile tiene un gran protagonismo, pues está presente en casi todo. Piezas que danzan unos y otros, con levedad casi siempre, con armonía. De pronto, se hace un alto y uno de los solistas toma el mando y hace su parte. Hay gran baile en ocasiones, creaciones importantes. El baile por malagueñas de Rafaela Carrasco, lleno de sutileza, pero también de energía y belleza; el baile por soleares de Manuel Liñán, dotado de una gran pasión y de un difícil equilibrio estético...
Los caminos de Lorca
Baile: Rafaela Carrasco, Manuel Liñán, Ana Moya, Curro Albayzín y Centro Andaluz de Danza. Teatro Maestranza, Sevilla, 22 de septiembre.
Son momentos aislados de un todo que no acaba de cuajar en una obra coherente, que va sesteando aquí y allá sin mayores sobresaltos. Es cierto que tiene muchos elementos que podrían hacerla atractiva, pero son grabados. Las voces de Carmen Linares o de Morente, la música de Miles Davis, por ejemplo. Se crea entonces una amalgama con la música en directo, que, aun bien lograda en el aspecto técnico, en el plano artístico no siempre se puede decir lo mismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de septiembre de 2004