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Crítica:FERIA DE ALGEMESÍ | LA LIDIA

Cogida de Juan Ávila

En Algemesí la voluntad se agradece. Que se mate a la primera también. No importa que la espada caiga deficiente. Novillo muerto a la primera es, casi sin excepción, oreja segura. La medida se aplica igual tanto para la lidia de a pie como para la de a caballo. No se entiende de otra forma la que se llevó el rejoneador José Luis Cañaveral. Desafortunado al clavar, una lidia embarullada, demasiados tropiezos con los caballos y un solitario rejón de muerte. Trofeo seguro, pero actuación de pasar página con urgencia.

Hubo más orejas con idéntico concepto: la que cortó José Miguel Cobo al segundo. Un buen novillo, el mejor, con fijeza y clara embestida. Y un novillero vestido de voluntad pero carente de técnica y recursos. Le superó ese buen astado, pero la gente le agradeció dadivosa un tercio de banderillas primerizo y una faena parvularia. Mató a la primera, claro.

González / Cañaveral, Ávila, Cobo

Novillos de Manolo González, serios y complicados. José Luis Cañaveral: oreja. Juan Ávila: oreja en el único que mató. Resultó herido de pronóstico reservado. José Miguel Cobo: oreja, saludos y oreja. Plaza de Algemesí, 23 de septiembre. 6ª de Feria. Lleno.

La papeleta se le presentaba dura a Cobo, debutante con picadores, tras la cogida de Juan Ávila en el primero. Se quedó solo en la arena y novillero tan en agraz en tarde de debú merece juicio generoso. Difícil prueba tuvo en el cuarto, muy serio de cara que, picado de cualquier manera y mal lidiado, desarrolló sentido en la muleta. Empezó bien Cobo, incluso con más firmeza de la esperada. Pero el novillo, violento y topón, impuso poco a poco su ley. Lo cazó Cobo al segundo intento y se hizo la paz. Más que paz, tregua. Porque el último, otro serio novillo, tampoco se lo puso fácil. Sacó genio y la cara por las nubes. Y más que toreo, otra lucha. Desigual. Batalla a la defensiva de los dos contendientes. A ese novillo lo banderilleó con tanta voluntad como el anterior, aunque en esta ocasión estuviera más certero al reunir. Cobo lo cazó al primer espadazo, tumbó al novillo y se acabó la pesadilla.

A Juan Ávila pareció perseguirle el destino en esta feria. Orillado de los carteles oficiales al no llegar a un acuerdo en la contratación, entró en esta novillada sustituyendo a un compañero herido. Y lo que son las cosas, también él resultó corneado. El percance surgió al entrar a matar al primero, playerito utrero que tuvo poca fuerza. Bien acoplado, suficiente, resolvió sin problemas. La faena, no obstante, se alargó demasiado y acabó con el novillo parado y el torero muy encimista. Sufre una cornada de 12 centímetros de extensión en la ingle derecha de pronóstico reservado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de septiembre de 2004