Señor Gallardón: Tengo que estarle muy agradecida porque es usted mi musa, mi inspiración, la causa de mis desvelos, no es que esté enamorada de usted (tan mal gusto no tengo), es que me desatina su tozudez por destruir Madrid, por comprar palacios y edificios suntuosos para instalar su corte y en los que albergar sus delirios de grandeza.¡Bah, no importa, que los sufran los vasallos que para eso pagan los impuestos! Yo me voy a la nube (por supuesto, también pagada por los cándidos contribuyentes) en la que ahora voy a instalar en el tan inapropiadamente llamado durante más de un siglo Palacio de Comunicaciones. ¡Qué incultos, pero si es el Ayuntamiento!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 25 de septiembre de 2004