Dos diamantes valorados en 11,5 millones de euros desaparecieron ayer de la Bienal de los Anticuarios, que lleva instalada una semana en la galería comercial del Museo del Louvre. En este lugar emblemático del centro del París, donde se supone existen fuertes medidas de vigilancia, los ladrones no tuvieron problema alguno para romper un primer mostrador donde se encontraba un diamante de 47 quilates, valorado en 6 millones de euros; y después se llevaron otro de una treintena de quilates, estimado en 5,5 millones de euros.
Las primeras informaciones policiales dieron cuenta de la ausencia de medidas de seguridad en el lugar donde se exhibían joyas tan valiosas: no se desencadenó alarma alguna, no existen cintas grabadas por cámaras de vigilancia, ni tampoco se ha encontrado a testigos del audaz robo, cometido en un lugar lleno de público.
Un portavoz de Chopard, la joyería suiza a la que pertenecían los diamantes, desmintió las informaciones policiales, asegurando que disponían de un equipo de cuatro personas pendiente del mostrador donde se produjo el robo. Si este dato es cierto, Francia se encuentra en presencia de un nuevo Arsène Lupin.
Abierta al público desde el día 17, y a punto ya de cerrar sus puertas, la Bienal de los Anticuarios reúne a la crema de los anticuarios y joyeros, en una exposición que ha contado con 111 firmas participantes con piezas de todos los periodos, desde la arqueología china al art déco, pasando por libros medievales y muebles del siglo XVII. La galería comercial del Louvre se encuentra junto a las instalaciones del museo, pero fuera del recinto protegido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 28 de septiembre de 2004