"Soy esencialmente pobre, hijo del niño que fui y sigo siendo". Licenciado en Económicas y ejecutivo de una multinacional de la informática, Manuel Sastre tenía desde muy joven una vocación escondida, la poesía, alimentada leyendo febrilmente, "sobre todo a César Vallejo y a los ingleses románticos", y escribiendo y rompiendo sin parar.
A los 43 años, tras intuir que sus versos estaban por fin maduros para salir de casa, Sastre ha editado su primer libro, Diosa de la luz (Huerga & Fierro), un conjunto de 22 poemas de amor contra la muerte y las guerras, marcados por dos tonos opuestos: la exaltación amorosa y el escepticismo sobre el destino del hombre, "esa cosa débil e infame que puebla la tierra, y ama".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 30 de septiembre de 2004