Puede que el día sin coches, tal y como se llevaba a cabo en Madrid, no tuviera en verdad mucho sentido, y por eso Gallardón ha decidido que no nos sumemos a él este año. Sólo pienso que, al menos, el mero hecho de existir quizá incitaba a reflexionar a muchas personas que usan su automóvil para todo en esta ciudad -haciendo la vida bastante desagradable al resto-, quizá les ayudaba a recordar que, siquiera, la posibilidad de reducir el tráfico de vehículos privados está ahí, y que convertiría a Madrid en un lugar mucho mejor para vivir.
Felicito al alcalde por haber transformado en peatonales algunas calles, pero me pregunto qué más va a hacer para fomentar medios de transporte eficientes y menos perjudiciales, dejando de lado acontecimientos simbólicos que en verdad no sirven mucho si se quedan en meros símbolos.
Espero que la prolongación de la M-30 no sea su forma de mejorar la circulación y el aire en esta ciudad, porque está demostrado que la construcción de carreteras o la ampliación de las mismas no hace más que atraer una mayor cantidad de tráfico.
¿Nos veremos privados por siempre de aire limpio y de tranquilidad en Madrid? De todos depende, y mucho del señor Gallardón, que esta bonita ciudad no siga siendo, como es en ocasiones, un lugar insoportable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 1 de octubre de 2004