Cuenta la leyenda que, en el siglo XVI, dos hermanos pescadores de Ayamonte apodados Los Coritos echaban sus redes en el río Guadiana, sobre aguas portuguesas, cuando advirtieron la presencia de una caja de enorme peso. La abrieron de forma apresurada y descubrieron la imagen de una Virgen con el Cristo en los brazos. Inmediatamente comunicaron la noticia a las autoridades eclesiásticas y civiles de la localidad, que decidieron instalarla en la capilla que construyeron especialmente para ella.
Tiempo después, los portugueses reclamaron la propiedad de la imagen con el argumento de que había aparecido en aguas lusas y así les había sido reconocido por la Santa Sede.
Pero los temporales azotaron la costa en tantas ocasiones como se intentó el traslado y la imagen de la Virgen nunca pudo ser transportada a Portugal, lo que fue interpretado por los vecinos de Ayamonte como un deseo de la Virgen de quedarse para siempre en la localidad.
Desde entonces, los ayamontinos la consideraron como su protectora, sobre todo a raíz del terremoto que asoló la provincia de Huelva en 1766.
La devoción a esta virgen se ha conservado hasta hoy. Y en el día de su festividad algunos portugueses devotos incluso viajan hasta Ayamonte para venerarla.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de octubre de 2004