Los edificios singulares de Valencia: Palacio de Congresos, Ciudad de las Ciencias, Planetario, Palau de la Música, etc... son muy importantes y nos hacen ser la admiración de los turistas. Somos gigantes con pies de barro-lodo, porque, a mi entender, primero deberíamos hacer frente a los problemas domésticos de la gente de a pie, como la seguridad ciudadana, el paro, la asistencia sanitaria...y luego alegrar la vista a nuestros turistas. Con lo que ha costado cualquiera de estas obras se podrían solucionar muchos problemas que actualmente padecen las personas con enfermedad mental y sus familias.
Las personas con enfermedad mental no son más violentas que cualquier otro colectivo si está medicada, en manos de especialistas, con centros y recursos para ser atendidos y reinsertados laboralmente. Solamente están en boca de los medios cuando ocurre algún acto luctuoso o desgraciado.
El Plan de Salud Mental no ha sido desarrollado. Valencia está a la cola de toda España en esta materia. Somos el barro-lodo de la sociedad. Nuestros políticos sólo se acuerdan de nosotros en las campañas electorales.
Hay que tener una prevención sanitaria eficaz para esta enfermedad ya que cada vez hay más afectados y más jóvenes por lo que los recursos a emplear en este aspecto se multiplicarán en el futuro.
La situación galáctica de Valencia en la actualidad se puede resumir en este dicho antiguo: "No tenemos para pan y compraremos abanicos". ¡Ah! ¡y que sigamos comprando abanicos!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de octubre de 2004