Quiero transmitirles mi decepción por su editorial Bodas para todos, del 1 de octubre. Lo que un lector de EL PAÍS espera de un periódico que se define como progresista es que opine sobre un cambio legislativo que va a acabar con la discriminación que durante siglos han sufrido gays y lesbianas en España, y lo defienda en vez de limitarse a exponer los hechos como si fuera una noticia y no un artículo de opinión. El colmo es el último párrafo, referido a la adopción. Está claro que el editorialista no lee su propio periódico. Gracias a EL PAÍS nos hemos enterado de que todos los estudios que han hecho la Asociación Americana de Pediatría, la de Psicología, y el único realizado en España, encargado por el entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, han demostrado que los niños que viven en familias homoparentales crecen con toda normalidad y son igual de felices que los educados en una familia heterosexual.
Si el editorialista menciona la postura contraria de algunos psicólogos, no debería dejar de mencionar que son minoría, y recordar también a todos los profesionales que se han declarado a favor, incluso desde las páginas de su periódico, como Jesús Palacio, de la Universidad de Sevilla. Y si bien es cierto que menos de la mitad de los españoles apoya la adopción, también es cierto que son aún menos los que se oponen, según el CIS.
En definitiva: es una pena que EL PAÍS haya dejado pasar la oportunidad de apoyar claramente el progreso y la igualdad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 2 de octubre de 2004