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COLUMNA

La Bienal

Hay muchos motivos para ir a la I Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla y el primero de todos es que merece la pena. Lo merece porque está muy bien montada, con un nivel de exigencia que no ha escatimado esfuerzos para que el resultado sea estupendo; muchos artistas, por ejemplo, vinieron a ver el lugar y sus obras están pensadas para La Cartuja de Sevilla. También porque la visita es tan divertida como interesante, regada de sorpresas y de ingenio. Y porque es un modo de actualizar nuestros conocimientos del arte, el modo de hacer y de pensar en muy diferentes lugares del mundo. Todo tipo de arte es un buen recurso para la salud física y mental y en Andalucía hay sensibilidad suficiente para apreciar las cosas bien hechas; por eso creo que los visitantes lo pasan bien. Además, el título de esta primera muestra es La alegría de mis sueños, un tema de Camarón, muy nuestro, pues el Comisario de la Bienal, Harald Szeemann, es un admirador de su cante.

El nivel de calidad artística es muy bueno, tanto en lo que tiene de juego como de crítica, ya sea en tono serio o irónico. A través de la obras que exponen, los artistas expresan su idea sobre la guerra en general o la de su país. Erzen Shokololli, por ejemplo, envía un mensaje a Europa pidiéndole que no juegue con los albaneses, pues, tal como dice una cantante albanesa "Si al águila se le quiebran las alas, arderán los Balcanes". Otros se refieren a la emigración, como el autor de los dos vídeos que establecen una comunicación muy bella entre un niños y los ancianos de su ciudad. La diferencia de culturas entre Oriente y Occidente aparece en la obra de varios artistas, entre ellos dos turco-kurdos con un video en donde salen Don Quijote, Sancho Panza y mucha ironía; o una artista pakistaní que las superpone con unas acuarelas fascinantes. El feminismo también está presente, sobre todo con los carteles de Annette Messager.

No cabe duda de que Juana de Aizpuru tiene mucha experiencia y ha encontrado las personas capaces de esforzarse en sacar adelante este proyecto. Espero que Sevilla llegue a ser un lugar especial para el arte contemporáneo internacional. Por último, un dato importante es que, entre prensa, coleccionistas, críticos, artistas y aficionados, puede traer a esta ciudad buen turismo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de octubre de 2004