He ahí una noticia que ha despertado esperanzas y deseamos que no sea otra frustración más: los presidentes de Brasil, España, Chile y Francia presentaron recientemente en la ONU un proyecto sobre "nuevos mecanismos de financiación" para luchar contra la pobreza y el hambre. Aunque sería más congruente decir "contra la riqueza y el lucro" principal causa de la miseria de millones de seres humanos, entre otras cosas. En síntesis, el proyecto consistiría en gravar con un impuesto internacional a los movimientos financieros y a la venta de armas.
La cosa parece de sentido común: en lugar de gastar en matar, invertir en vivir. De ser aprobado este proyecto, podría reducirse a la mitad el hambre mundial para el año 2015. Para lo cual se necesitan 50.000 millones de euros cada año. Cantidad que saldría de ese impuesto internacional, como ya lo viene reclamando desde hace años la red Attac con su propuesta de la llamada "tasa Tobin".
Pero hay que acompañar las palabras con hechos. Como sugiere en estos días Intermón: en los presupuestos generales del Estado el Gobierno español debe aumentar el 0,3 % del PIB la cantidad que destina a la ayuda oficial al desarrollo (AOD), como primer paso para llegar hasta el 0,5 % que se ha comprometido para el 2008.
¿Se impondrá por fin el sentido común, o el sentido del beneficio? Hace 50 años, el Club de Roma declaró que para el año 2000 quedaría erradicada el hambre en el mundo. Pero resulta que estamos peor que entonces. Por eso, entre otras razones, crecen los movimientos migratorios por doquier. Bienvenidos sean los gestos si van acompañados de proyectos reales. Para ello hace falta fuerza política. ¿Tienen realmente poder nuestros políticos frente
a los grandes conglomerados financieros especuladores y los fabricantes y traficantes de armamentos?... Ya veremos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de octubre de 2004