Negarse a aceptar la extorsión no es fácil; a uno pueden boicotearle el negocio y hasta producirle daños. Enfrentarse a los extorsionadores es más difícil aún, a uno hasta pueden matarle.
También fue difícil decir que no a Franco: costaba perder el trabajo, ser multado, la cárcel, persecuciones, el exilio y hasta la muerte.
No todos hemos de ser héroes cívicos, ni siquiera pequeños héroes cotidianos. Pensemos incluso que nadie ha pagado nada...
Lo peor, sin embargo, no es eso: leemos que los cocineros vascos se reúnen para responder ante el "linchamiento" social y mediático que están sufriendo sus colegas ilustres... Leemos que quieren mostrar su "solidaridad, apoyo e indignación" ante lo que consideran un atropello...
Y preguntamos: ¿se reunieron para responder públicamente ante el asesinato (asesinato, sí: algo más que dudas sobre honorabilidades o linchamientos mediáticos) de su colega Ramón Díaz García, cocinero de la comandancia de Marina de San Sebastián, volado en su coche por un comando de ETA? ¿No hallaron en ese caso razones suficientes para mostrar públicamente su indignación y su rechazo? Todos hubiéramos deseado oír entonces alguna voz; alguna voz de cocinero ilustre...
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de octubre de 2004