Cada vez que el Espanyol disputa un partido importante en nuestro estadio hemos de sentir vergüenza. Y digo nuestro no porque yo sea españolista, que no lo soy, sino porque este club no tiene campo y utiliza un espacio que pertenece a los ciudadanos de Barcelona, que los aficionados radicales se ocupan de destrozar. ¿A que espera Sánchez Llibre para censurar al grupo fascista?, ¿por qué no expulsa del club a estas personas que destrozan el campo? Esperemos que el campo de Cornellà esté construido pronto y toda esta gentuza se marche de un recinto que no es suyo y no se merece. No olviden que a muchos de los ciudadanos que pagaron este estadio con sus impuestos y que tienen que volver a pagar las reparaciones ni tan sólo les gusta el fútbol.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de octubre de 2004