Acabo de leer el artículo firmado por Eduardo Verdú La noche (re)cortada, en el que afirma que los jóvenes tienen que divertirse con música y alcohol, y con unas prolongadas madrugadas de baile y desenfreno. Yo le pregunto al señor Verdú: ¿duerme en una habitación con un balcón a la calle encima de la movida? ¿Se levanta a las 6.30 horas todos los días laborables? ¿Sabe lo que es no dormir hasta que una parte de esos "jovenzuelos" hartos de alcohol y música deciden dejar de arrastrar cubos de basura y de esparcirla por toda la acera, y de llamarse a gritos y de tocar el claxon?
Mi libertad (y la de tantos madrileños) es dormir por la noche, exactamente igual que la libertad de otros consiste en salir de movida.
Perfecto, pero que se pregunte si la gente que se divierte dentro de los locales, al salir a la calle piensa en los demás. Yo también salgo algún fin de semana, pero estoy muy concienciada en que el resto de las personas no tiene que aguantarme dando alaridos.
Una propuesta: abran los sitios de movida a las 8 o 9 de la noche y ciérrenlos a las 2, a lo mejor así podríamos dormir 4 o 5 horas una buena parte de nosotros, ya que la diversión no está reñida con el horario o con la educación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 21 de octubre de 2004