Jose Manuel Durão Barroso, el presidente electo de la Comisión Europea, se ha movilizado para negociar este fin de semana, y hasta el último momento de la votación de investidura el miércoles, para obtener una amplia mayoría favorable en el Parlamento Europeo.
Aunque el propio Barroso y su equipo están confiados en que obtendrá el apoyo de la Eurocámara, lo cierto es que sólo tiene garantizados los votos del Partido Popular Europeo (PPE; 268) y de los nacionalistas conservadores Unión por la Europa de las Naciones (UEN; 27) después de que el jueves anunciara que mantendrá a Rocco Buttiglione en la cartera de Justicia, Libertad y Seguridad, si bien tutelará personalmente la política de igualdad y no discriminación.
Un voto negativo del Parlamento Europeo obligaría a mantener en funciones después del 1 de noviembre a la actual Comisión de Romano Prodi, una eventualidad que, según un portavoz, no se contempla en Bruselas, si bien aseguró que los actuales comisarios afrontarían su responsabilidad. "El procedimiento no requeriría más que un par de semanas más de trámite", explica una fuente del Parlamento Europeo. "Los Gobiernos podrían enviar a los mismos o a otros comisarios. La Eurocámara los evaluaría de nuevo y se iría a una nueva votación de investidura".
Los grupos políticos dan por hecho que Barroso obtendrá el apoyo suficiente para empezar el 1 de noviembre a trabajar, pero si la Comisión entrante, como ha declarado, quiere obtener una "amplia mayoría" necesita forzar de aquí al miércoles, sobre todo, el apoyo de los liberales (88 escaños), que, al igual que los socialistas (200), mantienen su rechazo a la Comisión de Barroso por no haberle cambiado de cartera, como exigieron. En las filas de ambas formaciones se mantenía ayer tal posición mientras el presidente electo no haga más concesiones al Parlamento, que vetó a Buttiglione por sus manifestaciones contrarias a los homosexuales y a favor del papel tradicional de la mujer en el matrimonio.
Los Gobiernos socialistas de la UE apoyaron la candidatura de Barroso para presidir la Comisión Europea antes del verano, pero en el Parlamento Europeo hubo algunos socialistas, especialmente los españoles, que le apoyaron. Ahora, la situación parece, en principio, distinta. "Una cosa es votar a Barroso y otra cosa es hacerlo a favor de un equipo en el que hay un señor como Buttiglione que promueve las políticas diametralmente opuestas a las que está desarrollando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el terreno social, como el matrimonio homosexual", explica Enrique Barón, jefe de los socialistas españoles.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de octubre de 2004