La fusión entre los elementos existentes en una vivienda de los años veinte y la intervención actual proyectada por el arquitecto Josep Llobet aportan elegancia y serenidad al espacio. Los propietarios compraron esta céntrica vivienda gerundense a principios del año 2000. Tiene fachada a dos calles, siete balcones y una tribuna, orientación sur y este, y una superficie útil de 160 metros cuadrados. Desde su construcción había sufrido múltiples transformaciones, sin ningún tipo de criterio, que la habían llevado a un estado deplorable.
Para su reforma, tarea nada fácil, los clientes y el arquitecto invirtieron unos tres años. El punto de partida fue derruir la tabiquería existente, dejando sólo los muros estructurales y consiguiendo así estancias más grandes y generosas. Decidieron colocar la cocina en el punto central de la vivienda con una sola pared de armarios con los electrodomésticos integrados y la envolvieron con tabiquería de cristal móvil. De esta manera, la cocina se convierte en el eje central de la casa, con dominio visual al resto del espacio. Su gran isla central, diseñada por Llobet, es el elemento protagonista. Aquí se cocina y se recibe en un ambiente limpio y sereno.
La cocina, el comedor, los baños, el dormitorio y el recibidor se colocaron sobre una superficie de madera de teca sian. Además de enriquecer estos espacios, los unifica y los destaca del ambiente de estar que se dejó sobre el pavimento de mosaico hidráulico original. El original reparto de espacio da como resultado ambientes limpios en los que el mobiliario desempeña un papel importante. Muchas piezas fueron diseñadas por el arquitecto especialmente para la vivienda y destacan por su sentido práctico. Como la gran librería de la sala de estar, que se une a un volumen de la misma madera formando un armario por un lado y un gran espacio de almacén detrás de puertas camufladas por el otro. Las piezas compradas, de líneas simples y discreta tonalidad, complementan el estilo sereno de la vivienda.
La desahogada atmósfera lograda en el proyecto de Josep Llobet se completa con un equipamiento práctico que cumple en todo momento con las proporciones del interior. De esta manera se ha distribuido el espacio en un recorrido sin apenas obstáculos ni separaciones entre los ambientes, donde la luz y el aire fluyen libremente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de octubre de 2004