Para concluir con la minipolémica con Marta Bizcarrondo le diré que mucho me agrada que no trate de legitimar la insurrección de 1934. Me dio la impresión contraria al leer su artículo. El contexto de los años treinta valía para todos: a estas alturas Stalin había eliminado a muchos más seres humanos que Hitler. En cuanto a la perversa coincidencia con Pío Moa, por supuesto no voy a tomarla en serio. Pero si algún día se quiere tomar la penosa molestia y le hojea descubrirá la asiduidad y la delectación con que me crucifica.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de octubre de 2004