Pintor surrealista, actor en La Barraca, escritor, médico estomatólogo, ecologista, intelectual comprometido... Todo eso y algunas cosas más fue el artista leonés Luis Sáenz de la Calzada (1912-1994). Su faceta de pintor es la que resalta el Centro Cultural de la Villa de Madrid, que expone hasta el día 31 La vanguardia silenciosa, una amplia retrospectiva (1935-1994) que enseña las influencias (De Chirico, José Caballero, Alberto...) y múltiples realidades de este exiliado interior que, tras ser actor en el Teatro Nacional con Luis Escobar, compaginaría el ejercicio de la odontología con su vocación, semioculta, de pintor y escritor. Siempre fiel, según escribe Eduardo Aguirre en el catálogo (textos de Antonio Gamoneda, Luis Mateo Díez, Andrés Amorós y otros), a la frase de Walter Benjamin: "Grandeza sin fama, gloria sin brillo, dignidad sin dinero".
Arlequines y cabezas cubistas, animales imposibles y retratos realistas, bodegones torcidos
y paisajes que parecen flamencos, sueños surrealistas e irónicas recreaciones de iconos religiosos, un retrato de Lorca con su firma sangrando... El universo pictórico de Calzada tiene pulso propio y vuelve la mirada, como ha dicho José Guirao, hacia un mundo aniquilado. Pero él prefería la humildad: "Hago de todo porque no consigo hacer nada bien".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 2004