En Alemania hubo una desnazificación. Se pagaron indemnizaciones de guerra, se devolvieron territorios, se pidió perdón, se anularon las leyes fascistas, etcétera. Aquí, al cabo de casi treinta años todo son excusas. "Yo no estaba", "mi padre era un falangista de los buenos"... No es un asunto de personas particulares sino de Estado. Y el Estado tiene unos administradores, que es el Gobierno de turno, el que sea, que hereda las cuentas pendientes de los administradores anteriores.
Y, por cierto, a ver si con el tema del Sáhara se acuerdan de que los saharauis también son personas y tienen sus derechos, y que por ello sufren daños físicos y morales, que nadie repara. Los Acuerdos de Madrid fueron una chapuza jurídica y política del franquismo, carente de cualquier validez. No veo por qué ahora, al cabo de 30 años, la solución sea "mejorar" semejante aberración.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de octubre de 2004