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OPINIÓN DEL LECTOR

Benifaió y el progreso

Benifaió ya no depende de la agricultura, y muchos de los nietos de aquellos abuelos que mataban el cerdo y sacaban la basura de la comuna para abonar los campos, trabaja en el denominado sector servicios, bien alejados de aquella economía primaria y de subsistencia. Pero lo que no es tan normal es que del olvido del pasado se pase al más feroz menosprecio. Y en ese menosprecio parece que han caído todos los consistorios que se han hecho cargo de los gobiernos municipales en mi pueblo.

A los previos disparates urbanísticos cometidos en Benifaió, allá por los años cincuenta, como la construcción de fincas de nueve alturas en la plaza Mayor y en las principales calles del pueblo, se le ha venido uniendo otras ya no tan justificables por el denominado progreso.

Así, se ha permitido el derribo de teatros y cines privados para hacer pisos, construyéndose con dinero público una Casa de la Cultura de evidente desfase estético y con graves problemas de funcionalidad. Se ha ubicado el Instituto en suelo inundable, al lado del temible barranco del Tramusser, y las piscinas municipales se han situado al lado de una fábrica de productos peligrosos y bien próximas a una granja de cerdos.

El abandono de los monumentos más representativos del pueblo, eternizándose. La torre árabe de Mussa permanece desdentada con eternas promesas de restauración, y en el Palau dels Falcó del siglo XV continúa habiendo una bocatería.

Y el progreso continúa, cotidianamente se derriban antiguas casas de labradores, sin que el consistorio haya aprobado ninguna medida con criterios y ayudas para su conservación, restauración y reconstrucción. Bien al contrario, el Ayuntamiento ha modificado las normas permitiendo una altura más al volumen edificable.

Puede que haya llegado la hora de una profunda reflexión por parte de todos: administración y administrados. Por el bien de nuestro pueblo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 30 de octubre de 2004