Tristemente, como la gran mayoría de los españoles, desconocía el contenido de nuestra Carta Magna. Sin embargo, como he decidido opositar, la Constitución española de 1978 se ha convertido en mi libro de cabecera.
Por este motivo, me duele en el alma cada vez que escucho a los diputados y diputadas del Partido Popular, siempre paladines de la Constitución, arremeter contra el proyecto de ley que va a permitir a las parejas homosexuales contraer matrimonio con las mismas garantías que las parejas heterosexuales.
Puedo entender que la Iglesia no reconozca estos matrimonios en base a sus leyes, pero señorías, les invito a leerse los artículos 32 y 14 de la Constitución, donde espero que, al igual que yo, no verán que se excluya a este colectivo del derecho a contraer matrimonio con todas las garantías legales. Por cierto, la Constitución habla de "matrimonio", no de ningún otro "ente" o "cosa".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de octubre de 2004