EL PAÍS del 27 de octubre titula: "El Ayuntamiento ensanchará las aceras de Serrano para frenar el intenso tráfico". La noticia sigue: "Ni Alberto Ruiz-Gallardón, ni el consejero delegado de Economía, Miguel Ángel Villanueva, quisieron precisar si la reforma implica reducir los actuales cinco carriles de circulación. No obstante, responsables municipales reconocieron que sería imposible ensanchar aceras sin reducir calzada".
Gallardón y su consejero ignoran la ley de impenetrabilidad de los cuerpos; los "responsables municipales", no. Hace años las aceras de Serrano eran más anchas, pero entonces no había tanta circulación, había hasta tranvías.
Pienso que el tamaño actual de las aceras con sus escaparates sirve para el paso y paseo de los consumistas y es adecuado para dar el empaque que tan hermosa y lujosa vía requiere. La reforma cuenta, nada menos, que con la aquiescencia del decano del Colegio de Arquitectos, Ricardo Aroca, quien también debe haber olvidado la ley de impenetrabilidad...
Considero que hay otras necesidades más perentorias y razonables. El resto de la noticia no añade, ya se comprende, como se disiparía el tapón de tráfico que se formaría en Serrano al suprimir un carril.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de noviembre de 2004