Los vecinos de Lavapiés llevamos varios meses aguantando unas obras que no parecen llegar a su fin. La combinación de la edificación del nuevo teatro Olimpia y la remodelación de la línea 3 de metro ha hecho que los que vivimos en las calles adyacentes a la plaza de Lavapiés estemos prácticamente incomunicados y literalmente rodeados de basura.
Parece ser que el Ayuntamiento considera que una zona en obras no necesita limpieza, cuando ocurre todo lo contrario: la suciedad se multiplica. Mires donde mires da una sensación de abandono y, lo que es peor, de insalubridad, preocupantes. Para colmo, el corte de accesos de las susodichas calles a la plaza ha hecho que muchas personas las tomen como aparcamientos, o lo que es peor, como zona permanente de carga y descarga, por lo que los vecinos que disponemos de un garaje en la zona nos las vemos y nos las deseamos para salir o entrar de él cada día, llegando a soportar incluso agresiones verbales de los infractores por atrevernos a protestar.
¿No les importa a los dignos mandatarios de este Consistorio que una parte del centro histórico de la capital se haya convertido en esto? Muchas veces han prometido, además, prohibir determinadas prácticas comerciales para que uno de los barrios con más sabor y solera de Madrid deje de ser un polígono industrial. Pues cúmplanlo, aunque sea por los ciudadanos que tenemos que soportarlo. Del miedo a salir de noche ya hablamos otro día.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de noviembre de 2004