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CARTAS AL DIRECTOR

Difuntos del Yak-42

Ante sus tumbas, les lloraremos y nos lloraremos. Lloraremos que el avión que les llevaba era ilegal, que la tripulación estaba fatigada y había consumido alcohol en la última escala. Que sus mandos hicieron oídos sordos a sus repetidas quejas, que viajaban sin seguro de vida por falta de celo en el seguimiento de las sucesivas subcontrataciones.

Lloraremos que una vez muertos se les faltara al respeto al no poner a su servicio ni el más elemental sentido común, ni los recursos de la ciencia para una correcta identificación. Que, demostrados científicamente los errores, la justicia conceda prórroga al dolor al demorar el derecho inalienable de inhumación de sus restos donde era voluntad suya y de sus familiares.

Lloraremos, en definitiva, que estuviesen dispuestos a darlo todo por la patria y que "una patria" no le haya dado ni el avión, ni los pilotos, ni el seguro de vida, ni el respeto a sus cadáveres, ni la transparencia de la verdad ni el derecho inalienable a ser enterrados con sus familiares, ni la urgencia de la justicia que se merecían... Lloraremos que siempre, siempre, siempre, estaremos en deuda con vosotros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 1 de noviembre de 2004