Hace 40 años que vivimos en la zona de Gavà mar, siempre hemos convivido con el aeropuerto de El Prat y con alguna molestia por el ruido que ocasionan sus aviones, pero hasta ahora era soportable.
No puedo comprender que en esta zona donde todos los organismos tanto públicos como privados han potenciado las infraestructuras -por lo que ahora viven en ella muchos matrimonios jóvenes con niños-, se proyecte la utilización de la tercera pista en el aeropuerto sin tener en cuenta que su emplazamiento sea el más conveniente para que los problemas acústicos y de seguridad que puedan ocasionar sean tolerables.
Está demostrado el daño para la salud que supone soportar un ruido intenso y continuo causado por los aviones, sobre todo para los niños, en las zonas en que los aviones pasan a pocos metros de sus cabezas, como en una película de terror, ¡es inaudito!
Así están las cosas, AENA incumple la legislación sobre el ruido ambiental, pero a estos ciudadanos desesperados nadie les respeta sus derechos, aun a sabiendas de que existen alternativas para solucionar el problema.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de noviembre de 2004