El 19 de octubre viajé con mi familia en el Talgo de Renfe que cubre el trayecto nocturno Barcelona-Madrid. Alquilamos un camarote. Cuando nos fuimos a dormir, cerramos con el pestillo. Por la mañana descubrimos que habían entrado y nos habían robado. Denuncié el robo al máximo responsable del tren, pero su pasotismo e indiferencia me han obligado a escribir esta advertencia. Me dijo que eran muy comunes los robos porque los pestillos son muy fáciles de abrir y que tuvimos suerte de que estábamos durmiendo porque los ladrones actúan con un spray. Después, se giró y se fue. Me quedé sin ropa y sin dinero. Recuerdo que en el billete me cobraron un plus por vigilancia y seguridad en el viaje.
En la comisaría de Atocha me informaron de que, ciertamente, se producen muchos robos en este trayecto. Entonces, ¿qué hace Renfe? Saben que esto sucede y no sólo no solucionan el problema, sino que dejan desasistida a la persona afectada. En la oficina de atención al cliente de Renfe me tomaron nota y adiós muy buenas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 2 de noviembre de 2004