Oyendo y viendo -que no sé qué es peor- el discurso y las gesticulaciones de Francisco Camps en las Cortes Valencianas, al expresar su satisfacción porque el valenciano podría ser oficial en la UE, me viene a la cabeza el título de aquella película -que él, si acaso, la habrá visto en castellano, Mira quién habla-. Porque no ha sido precisamente su partido (el PP), en ocho años de gobierno en Madrid, quien ha hecho la propuesta, sino "los otros" y en menos de ocho meses.
Entonces, ¿a qué viene tanta comedia? Más todavía, en unas Cortes presididas por Julio de España, que se atreve a prohibir a un diputado la promesa del cargo en valenciano; ¿cómo se atreve ahora a presentarse usted y su partido como paladines del valenciano? ¿Y a qué santo ahora osa usar el valenciano y no lo hace en sus discursos e intervenciones públicas -y artículos en prensa y declaraciones institucionales- habituales, si tanto aprecio le tiene? ¿A qué viene ahora ponerse medallas, si ustedes los del PP "valenciano", con un menosprecio permanente hacia nuestra lengua, han conseguido rebajar en diez puntos -del 80% al 70%- el nivel de los que entienden el valenciano?
Señor Camps, si quiere hacer teatro, cómprese un guiñol. Las Cortes Valencianas son un espacio institucional que merece un respeto.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de noviembre de 2004