¿Qué democracia es ésta que, por el robo de un teléfono móvil, condena a primeros de 2003 a un chaval magrebí de 19 años a dos años de prisión, y luego le aleja de sus padres, analfabetos, y hermanos (todos residentes en Madrid) para internarle en la cárcel de A Lama (Pontevedra), en donde, aparte de no recibir ningún tipo de formación, hay una gran concentración de presos árabes (400 del total de 700 internos)?
Distancia kilométrica que va a ser un obstáculo para que la familia vaya a verle, con lo cual va a quedar más aislado en ese gueto, y más susceptible a las acciones de proselitismo de los fundamentalistas islámicos.
Yo veo dos errores por parte de nuestras anteriores autoridades penitenciarias: el alejamiento físico del preso respecto de la familia y la alta concentración de presos árabes en algunas cárceles españolas. Aparte del caso de la de A Lama, está el de Topas (Salamanca), en donde del total de 1.500 internos 800 son árabes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 3 de noviembre de 2004