La reelección presidencial del republicano George W. Bush o la victoria del demócrata John Kerry, quien aceptó su derrota, apenas inquietaron a México, que siguió con escaso entusiasmo las elecciones norteamericanas. Ganara quien ganara, la firma de un acuerdo migratorio con Estados Unidos, el gran objetivo mexicano, es improbable a corto plazo. El presidente, Vicente Fox, declaró en Panamá: "En cuanto haya un presidente que tome posesión estaremos trabajando con él, igual que lo hemos hecho siempre, e igual que lo haremos hacia delante".
Las relaciones personales de los conservadores Fox y Bush fueron excelentes al comienzo de sus respectivos mandatos, pero el 11-S modificó las prioridades norteamericanas y la seguridad de la frontera común, 3.200 kilómetros, sustituyó al tema migratorio en la agenda de la Casa Blanca. Horas antes de que Kerry asumiera la derrota, Fox había evitado conjeturas sobre los resultados definitivos. "No estamos aquí para especular ni para tratar de vislumbrar el futuro. Que el pueblo americano decida". Los partidos y portavoces empresariales y sociales también se manifestaron con cautela. La mayoría de los mexicanos, sin embargo, hubiera preferido una victoria de Kerry, según los sondeos de opinión.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 4 de noviembre de 2004