A Ricardo Calvo
Horas de pesadumbre y de tristeza
Paso en mi soledad. Pero Cervantes
Es buen amigo. Endulza mis instantes
Ásperos, y reposa mi cabeza.
Él es la vida y la naturaleza,
Regala un yelmo de oros y diamantes
A mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.
Cristiano y amoroso y caballero
Parla como un arroyo cristiano.
Así le admiro y le quiero.
Viendo cómo el destino
Hace que regocije al mundo entero
La tristeza inmortal de ser divino!
Rubén Darío, Cantos de vida y esperanza
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de noviembre de 2004