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OPINIÓN DEL LECTOR

Mar adentro

Con la columna del pasado jueves titulada En el fondo... el mar, Javier Ugarte nos invita a bañarnos en el mar de la confusión en el que parece sumergido, a juzgar por el ininteligible ejercicio de redacción que en ella perpetra. Nos dice sucesivamente: Que en esta tierra resulta fácil morir (?). Que el tema de la eutanasia está entre nosotros porque es otoño (?). Que la película de Amenábar es mediocre, para en la frase siguiente reconocer que no está mal. Habla de suicidio voluntario, ¿cuándo no lo es? Factura irremisiblemente a Amenábar como director de cine a mejor vida. Califica la película de medianía y sin fuste para, a continuación, alabar sus diálogos y fotografía y el trabajo de todos los actores. Que a alguien como él, que sí considera legítimo desear la muerte, la película le hace un flaco favor. Y sin embargo reconoce el desasosiego que hemos sentido todos al comprobar que un ser amado, inteligente e irónico, quiera morir sin tregua, que es la tesis, no sólo de la película, sino de la vida y la muerte de Ramón Sampedro. Insiste en insultar a Amenábar, frívolo, por hacer cine comercial, pero a continuación le aplaude por proponer el debate sobre la eutanasia, cuando éste siempre ha declarado que se ha limitado a hacer una película sobre un caso concreto.

Por último, insinúa sus densas, cómo no, razones por las que no le ha gustado la película, pero no nos las cuenta. Y nos recomienda para finalizar hablar de esto, dice, de cómo morir en paz.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de noviembre de 2004