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GRANADA | EL ESTADO DEL PATRIMONIO URBANO | Monumentos para visitar y olvidar

No todo es la Alhambra

Granada
Problemas de competencias entre administraciones, falta de civismo de los ciudadanos o inexistencia de un plan director forman un cóctel muy común que hace que el estado de conservación de los principales monumentos de las ocho capitales andaluzas y su entorno esté lejos de la perfección. A excepción de la Alhambra, los monumentos emblemáticos analizados en cada ciudad presentan signos de dejadez y suciedad, que transmiten una sensación de descuido a los turistas que se acercan a conocerlos. La Plaza de España, en Sevilla, el monumento a la primera Constitución de Cádiz o el castillo de Santa Catalina, en Jaén, por ejemplo, sufren la presencia de basura y de restos del botellón.

El conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife es uno de los mejores conservados de toda España, gracias a la propia presión turística, que obliga a la restricción de visitas y a labores de conservación regulares y extraordinarias. Cada año, el Patronato de la Alhambra destina cinco millones de euros a las grandes inversiones de conservación, según su nueva directora, Mar Villafranca.

Pero no todo en Granada es la Alhambra. Pese a que el barrio del Albaicín fue declarado Patrimonio de la Humanidad, la mayoría de sus monumentos necesitan importantes inversiones. La iglesia de San Juan de los Reyes, la primera donde se dijo misa tras la entrada de los Reyes Católicos, lleva en obras más de cinco años, financiadas por la Junta.

En el centro, las inversiones para el Monasterio de San Jerónimo llegan con cuentagotas. La Catedral tiene la mitad de sus fachadas muy sucias, aunque el Ministerio de Cultura comenzó hace tres semanas a restaurar la Capilla Mayor. El hospital de San Juan de Dios, propiedad de la Diputación y en uso por el Servicio Andaluz de Salud, se encuentra en mal estado y sus frescos y pinturas corren grave peligro.

En los pueblos la situación es lamentable. Esta semana se ha observado grave peligro de derrumbe en zonas del palacio renacentista de los Enríquez, en Baza, donde el deterioro del patrimonio es alarmante.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de noviembre de 2004