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EL ESTADO DEL PATRIMONIO URBANO | Monumentos para visitar y olvidar

Basuras junto al castillo

Problemas de competencias entre administraciones, falta de civismo de los ciudadanos o inexistencia de un plan director forman un cóctel muy común que hace que el estado de conservación de los principales monumentos de las ocho capitales andaluzas y su entorno esté lejos de la perfección. A excepción de la Alhambra, los monumentos emblemáticos analizados en cada ciudad presentan signos de dejadez y suciedad, que transmiten una sensación de descuido a los turistas que se acercan a conocerlos. La Plaza de España, en Sevilla, el monumento a la primera Constitución de Cádiz o el castillo de Santa Catalina, en Jaén, por ejemplo, sufren la presencia de basura y de restos del botellón.

El castillo de Santa Catalina es el monumento más emblemático de la capital jiennense y, junto a la catedral y los baños árabes, el más visitado. Sin embargo, los turistas suelen llevarse una imagen de suciedad y abandono que hace un flaco favor a la promoción de la ciudad. Restos de botellas y cristales esparcidos por el suelo y basura son casi una constante los fines de semana en el castillo, ya que el recinto sirve como centro de reunión de muchas pandillas de jóvenes durante las noches. Ni siquiera los contenedores habilitados por el Ayuntamiento parecen suficientes.

Desde el Parador de Turismo contiguo al castillo se admite que la situación de abandono es una de las quejas más frecuentes de los clientes. Los responsables del Parador piden más implicación del Ayuntamiento, pero sobre todo apelan a la conciencia cívica de los visitantes.

Casi tanta preocupación existe sobre el estado de conservación de las laderas que dan acceso al castillo, donde abundan los vertederos incontrolados y la abundante maleza que se convierte en un foco de riesgo de incendios de primer orden. Este verano se produjeron varios fuegos, casi todos intencionados, y en algunos casos las llamas quedaron muy cerca del castillo y del Parador de Turismo. La situación parece un tanto controlada desde que personal del Infoca vigila de forma permanente la zona.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de noviembre de 2004