Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, adujo ayer que el anterior Gobierno actuó "desde la buena fe" en el caso del accidente del Yak-42 en Turquía, que costó la vida a 62 militares españoles, y consideró "zanjado" el asunto " desde el punto de vista político".
Rajoy reiteró en Vitoria las disculpas de su partido a las víctimas y reconoció que se habían cometido "errores", pero no quiso valorar las declaraciones que mandos militares han prestado ante la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios, responsable de la investigación.
El más contundente de los testimonios es el del comandante auditor Alberto Ruiz de los Paños, quien declaró el pasado lunes que, durante su estancia en Maçka (Turquía), en la noche del 27 al 28 de mayo de 2003, tuvo conocimiento de que las autoridades turcas habían entregado a las españolas 32 cadáveres identificados y otros 30 sin identificar. El comandante, según su declaración, comunicó estos hechos a sus superiores al llegar a Madrid, poco antes del funeral de Estado celebrado en la base de Torrejón de Ardoz (Madrid), en la tarde del día 28.
Fuentes cercanas al ex ministro de Defensa Federico Trillo-Figueroa declararon a Servimedia que éste "no tenía ni idea" hasta ayer de lo ocurrido en Turquía con los cadáveres, por lo que las responsabilidades que puedan depurarse se circunscriben únicamente a los cargos militares.
Por el contrario, el coordinador general de IU, Gaspar Llamazares, afirmó que las declaraciones de los mandos militares ante la juez exigen "más que nunca" la depuración de responsabilidades políticas, de las que debe responder el ex ministro Trillo-Figueroa.
Un "error humano"
En la Audiencia Nacional prestó ayer declaración el general de brigada Francisco Sánchez Borrallo, representante español en la comisión internacional que investiga el accidente del Yak-42. El militar, que declaró como testigo, atribuyó el accidente a un "error humano", pero adujo que éste fue propiciado por "factores concurrentes". El principal fue, a su juicio, el cansancio de la tripulación, que llevaba más de 23 horas de actividad y sufrió la tensión generada por una escala imprevista de seis horas en Manás (Kirguizistán).
Además, alegó, en los momentos críticos se produjo cierta confusión en la cabina, debido al mal reparto de funciones entre los tripulantes y, aunque esto es sólo una hipótesis, a que se incorporó precipitadamente el piloto más experimentado, que estaba descansando cuando se produjo el aterrizaje frustrado. También pesó, en su opinión, la falta de experiencia de los pilotos en el aeropuerto de Trabzon, especialmente difícil, y la escasez de combustible para llegar a un aeródromo alternativo.
Concluyó que, "con el mejor avión del mundo, esa tripulación, con estos factores concurrentes, habría tenido también ese desenlace", aunque admitió que no funcionaban la caja negra de registro de voz en cabina ni tampoco el indicador de combustible.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de noviembre de 2004