La insensibilidad social sobre lo que está ocurriendo en Faluya es sorprendente: ¿cómo es posible que nadie diga nada ante la destrucción de una ciudad de 300.000 habitantes? La búsqueda de un cabecilla, ¿es justificación suficiente para que sea reducida a cenizas? Aunque los que resistiesen con él fueran todos terroristas, ¿eso legitima que la población civil sea machacada por la artillería; sus casas, demolidas, y los habitantes se encuentren sin agua ni comida?
El grado de impunidad moral que han alcanzado las fuerzas ocupantes, en una situación bélica que ellos mismos han creado, es insultante. ¿Tiene el ocupante derecho a todo sobre cualquier ciudad y sus habitantes en la búsqueda de un enemigo? Los Estados Unidos de Bush están haciendo un flaco favor a los ideales de libertad y Estado de derecho, cuando en el mundo occidental se permite todo sin levantar la voz.
La respuesta ejemplar de la mayor parte del pueblo español durante la guerra de Irak debe continuar en estos momentos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de noviembre de 2004