A última hora, casi sobre la bocina, salvó el Real Madrid un encuentro en el que viajó casi siempre por detrás y en el que desplegó su peor juego de la temporada en la primera parte. Sólo la reacción final liderada por Bullock y el desgaste de un Partizan heroico otorgaron la victoria al Madrid, que, eso sí, demostró que no se rinde nunca.
El conjunto español vivió todo el encuentro en la montaña rusa, perdido, sin encontrarle el hilo al partido. El Partizán le golpeó por todos lados. Desde lejos, con su efectivo juego exterior comandado por el excéntrico Gurovic; y desde la pintura, en la que Milojevic y compañía fueron un continuo quebradero. Que se lo digan a Felipe Reyes, que a mediados del primer cuarto ya estaba de vuelta al banquillo con tres faltas. El conjunto serbio propuso un juego enloquecido, sin pausa, de canasta a canasta, alentado por un público muy animoso. El Madrid pretendió igualarle, asumir el mismo estilo. Pero no supo. Y no sólo se quedó sin contraataque, sino que su defensa se desmoronó ante las maniobras en la zona del Partizan.
PARTIZÁN PIVARA 87- REAL MADRID 92
Partizán: Perovic (11), Stepp (13), Gurovic (13), Avdalovic (12), Milojevic (20); Tripkovic (7), Bogdanovic (2), Bozovic (9), Erden y Bakic.
Real Madrid: Bullock (26), Sonko (9), Herreros (16), Bueno (8), Felipe Reyes (6); Bennett (3), Fotsis (2), Gelabale (10), Hervelle (9) y Burke (3).
Árbitros: Pitsilkas, Bachar y Cicoria. Eliminaron a Perovic, Bozovic, Milojevic, Reyes, Sonko y Avdalovic.
El Madrid seguro de sí mismo y de paso firme se diluyó en un visto y no visto. Maljkovic puso a bailar el banquillo en busca de la fórmula mágica. Recurrió a Bennett, que regresaba de una lesión, para insuflar velocidad y carácter, pero ni siquiera él pudo levantar a su equipo. El Partizán acumuló pequeñas ventajas ante la permisividad defensiva del conjunto madridista.
La bronca de Maljkovic debió de ser de órdago en el descanso. El equipo que antes estaba tumbado en la lona se despertó como si fuera otro. Lo consiguió como le gusta a su técnico, con una defensa a la altura del partido. El conjunto blanco se enganchó al prodigioso acierto de Bullock y redujo distancias poco a poco, fiado a su acierto desde el perímetro. El equipo de Maljkovic apenas jugaba dentro de la zona, una apuesta arriesgada que le dio resultado. En el último ataque, Herreros anotó un triple que suponía el empate y la prórroga. Con ambos equipos castigados por las faltas, sobre todo el Partizán, fue el Madrid el que se llevó el triunfo por su mejor defensa. Y por Bullock, claro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 19 de noviembre de 2004