Si el programa de comparecencias se hubiese mantenido, a la declaración del ex secretario de Estado de Seguridad Ignacio Astarloa, el pasado jueves, debía seguir la del ex presidente del Gobierno José María Aznar, el lunes 22. Pero el destino ha jugado a favor de Aznar, que ha visto retrasada una semana su comparecencia para dejar sitio a la declaración de los responsables de la Guardia Civil de Asturias sobre la trama de los explosivos del 11-M. Las palabras aún frescas de Astarloa sobre los posibles fallos antes de los atentados -desastre, disparate, no eficacia policial- hubiesen sido un prólogo terrible para conocer la versión del ex presidente en lugar de lo que, se creía, podría ser una alfombra roja.
Quien crea que las duras definiciones del ex secretario de Estado se referían solamente a un capítulo aislado, la trama de explosivos y confidentes de Asturias, se equivoca. El diputado Emilio Olabarria, al preguntar, formuló, según dijo, "en forma muy resumida y concatenadas las preguntas". En ellas incluyó lo que podrían llamarse las conclusiones preliminares de las comparecencias y documentos conocidos hasta ahora por la Comisión del 11-M: están los confidentes y el tráfico de explosivos en Asturias, sí, pero también el hecho de que uno de los terroristas, Jamal Zougam, fuera perseguido de forma intermitente por la policía y que algunos de los funcionarios que le seguían fueran asignados a la boda real; la circunstancia de que la policía no tuviera en consideración las amenazas consignadas en un informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tras el atentado de Casablanca (Marruecos); las amenazas registradas en el documento de Europol en sus seis ediciones; en los informes existentes en las subdelegaciones operativas de la Guardia Civil y, en concreto, el documento Paso del Estrecho, así como las amenazas directas de Osama Bin Laden. Olabarria preguntó a Astarloa si "todo este cúmulo de circunstancias acreditan, en su opinión, eficiencia policial, y sobre todo toma de consideración suficiente del riesgo que existía de un atentado de raíz islamista en el Estado español".
- Todo lo que usted me ha dicho no es eficiencia policial, claro que no es eficiencia policial, es un desastre... Por supuesto, todo lo que usted ha enumerado no es ni eficacia ni no eficacia, es un disparate, respondió Astarloa.
En la sesión, Astarloa defendió, a pesar de esto, contra viento y marea, sin preguntárselo nadie, a Aznar. Curiosamente, incluso aquel quiebro del ex presidente del Gobierno en el epílogo de su libro, ahora es objeto de censura partidista y aclaración.
¿Quiebro? Aznar dice en el mes de mayo pasado lo siguiente. "Debo reconocer que tal vez la opinión pública española no era lo suficientemente consciente hasta el 11-M del alcance de la amenaza del terrorismo islámico. Si es así, el Gobierno tiene sin duda una responsabilidad que asumir. Quizás los propios éxitos en la lucha contra ETA en los últimos años nos han llevado a bajar la guardia ante la amenaza fundamentalista. Y quizás hemos inducido a confusión acerca del posible papel que nos corresponde en la lucha contra el terrorismo".
Ahora, Jaime Ignacio del Burgo corrige a Aznar. Según interpreta el diputado, "bajar la guardia" sólo está referido a la tarea de "concienciar a la sociedad española". Parece que es Aznar quien intenta matizar sus afirmaciones antes de comparecer el lunes 29.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de noviembre de 2004