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OPINIÓN DEL LECTOR

Ruido de cristales

Soy vecino de Las Rozas desde hace unos 15 años. Seducido por las mejoras de los transportes públicos, por algo de solidaridad contra la contaminación y eficiencia económica, decidí empezar a utilizar el autobús. Al principio, imaginé que los hijos de los vecinos, que impunemente se dedicaban a romper cada semana los cristales de las paradas, lo hacían para mejorar su ventilación frente al calor del verano. Después descubrí que también lo hacían en invierno y que, en realidad, lo que les encanta es el ruido de los cristales al estallar.

Es puro y simple divertimento colectivo, ya que además suelen hacerlo en manada. Esto no es la expresión de ningún movimiento cultural de oposición al sistema. Es estricto gamberrismo fin de fiesta. Todas las paradas de la línea son, sistemáticamente, destrozadas a pedradas todas las semanas. Los restos de cristales se amontonan a un lado y su imagen bien pudiera servir para algún relato bélico.

La pregunta es, ¿hasta cuando? ¿Se ha detenido ya algún niño bien de la zona y exigido a sus hacendados padres que asuman su responsabilidad? Las fuerzas del orden ¿pondrán orden en algún momento o hemos de ocuparnos los propios vecinos y usuarios? No sé muy bien a quién compete este asunto, pero alguien habrá que soportado por nuestros impuestos tenga la inexcusable obligación de dar alguna señal, aunque sea ocasional y tardía, de autoridad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 20 de noviembre de 2004