Consuelo Sáizar, directora general de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, planteó uno de los problemas que más interesan a los editores de habla española: la penetración en el mercado de EE UU, donde viven 35 millones de hispanohablantes. Se trata tanto de negocio editorial como de un serio intento de consolidar el español en EE UU, en la línea en que avanzó Enrique Krauze: las imprescindibles conquistas culturales para "ampliar el ámbito vivo de nuestro idioma".
Fue uno de los temas abordados en la sesión dedicada al Espacio iberoamericano del libro, presidida por el director de la Academia Nicaragüense de la Lengua, Jorge Eduardo Arellano, y coordinada por la editora argentina Ana María Cabanellas, actual presidenta de la Unión Internacional de Editores. Daniel Divinsky, director de la argentina Ediciones de la Flor, una editorial literaria independiente, esbozó una historia de la edición argentina, desde sus años de oro hasta hoy. Se ha perdido un espacio importante para el libro a causa de la última crisis económica, pero la situación parece mejorar. Argentina, como Colombia, es un país duramente castigado por la piratería y por la reprografía ilegal. Emiliano Martínez, presidente de Santillana, se refirió a la edición como la industria cultural más antigua y más próxima a la lengua. "Nuestras ediciones, escolares y literarias operan prácticamente en el conjunto de los países que compartimos lengua castellana". El presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Jordi Úbeda, analizó la función del libro, como transmisor de cultura y lengua en Iberoamérica. Y Josep Miquel Abad, director general de Planeta Corporación, incidió en la edición como difusora de la lengua.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 21 de noviembre de 2004