Como si los pájaros de Barcelona y del área metropolitana no tuvieran suficientes problemas para sobrevivir entre esta naturaleza alterada por el hombre, sorteando coches, edificios, cables eléctricos y cazadores, ahora les hemos instalado enormes trampas de cristal, grandes superficies de vidrio colocadas en sus zonas de paso, contra las que chocan y caen muertos al instante.
Hoy mismo, alrededor del cristal de la parada del tranvía de Glòries junto al Teatre Nacional, yacían seis cuerpos tendidos en el suelo, clara evidencia de que lo que esta matando a estas pobres criaturas silvestres (petirrojos, gorriones, lavanderas, etcétera) son los cristales de estas paradas. No es un caso aislado. Con tantas normas que está aprobando el Ayuntamento de Barcelona, parece un crimen que las normativas de instalación de cristales en la vía pública no controlen este asunto para la protección de los animales. Tiemblo al pensar que en toda Barcelona se esté viviendo una matanza de pájaros salvajes. Espero que la empresa gestora del tranvía (la ATM), con su buen servicio al medio ambiente, haga un urgente arreglo de esta situacion aplicando, por ejemplo, vinilos translúcidos o de color para evitar esta tragedia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de noviembre de 2004